La trampa del pesimismo: el poder de las expectativas y de las profecías autocumplidas.
Las profecías autocumplidas, donde las creencias sobre el futuro conducen a acciones que confirman esas creencias, pueden ser especialmente dañinas para una economía.
La economía venezolana: un mar de turbulencias
Una economía turbulenta, es un sistema económico que está constituido por elementos interrelacionados entre si (empresas, gobierno y consumidores o clientes) y cuyo estado varía o cambia con mucha frecuencia, alterando constantemente las relaciones entre los elementos y los posibles resultados del sistema.
La economía venezolana es turbulenta. La situación o estado de los elementos que la constituyen cambia con mucha frecuencia. En un entorno que se está moviendo tan rápido y tan frecuentemente, es una decisión poco inteligente y hasta suicida quedarse parado.
La economía venezolana también es inestable. Pero ese tampoco es un fenómeno reciente. La última vez que gozamos de una inflación de un digito fue en 1983 (5,8%), hace ya 41 años. El sector empresarial venezolano ha sobrevivido al colapso macroeconómico (2014-2021) y a la hiperinflación (2017-2021) y solo se paralizó parcialmente por la pandemia global del Covid en 2020.
El síndrome de la Reina Roja: ¿Parálisis o adaptación?
Ya hemos argumentado en otro post que los sistemas turbulentos, que se mueven o cambian rápido y con mucha frecuencia, son entornos que se asimilan al “país de la Reina Roja”, aludiendo al cuento de Alicia en el País de las Maravillas y específicamente a su llegada al reino de la Reina Roja, en el cual había que moverse a toda prisa siempre, solo para permanecer en el mismo sitio.
En las últimas semanas se ha venido reportando una especie de parálisis estratégica en buena parte de las empresas venezolanas. Decisiones importantes de expansión, innovación, introducción de nuevos productos, exploración de nuevos mercados, inversión en maquinaria y equipo productivo, contratación de mano de obra y por el estilo, se están difiriendo de forma indefinida.
La incertidumbre es la palabra que más repite como justificación de esta especie de “congelamiento” o procrastinación gerencial. Se alega que la “elevada incertidumbre” post electoral justifica y excusa a la parálisis.
La Incertidumbre: Un Mito en la Mentalidad Empresarial
En otro post previo, hemos explicado que es la incertidumbre y que se entiende por una baja incertidumbre y una alta incertidumbre. En esa oportunidad, dejamos claro con ejemplos y evidencia, que la incertidumbre es parte del paisaje empresarial en todas partes, aun en economías mas estables que la venezolana.
Los mercados muy competitivos en economías avanzadas son de elevada incertidumbre: decenas o hasta cientos de jugadores se pelean por una porción del mercado, cambiando estrategias, introduciendo nuevos productos, moviendo precios y explorando nuevos mercados casi que a diario.
Imagina lo incierto que puede ser para una startup tecnológica operar en Silicon Valley o para una empresa de alimentos de consumo masivo, operar en Estados Unidos o Europa Occidental, donde la competencia en precios, productos y mercados es feroz. Esos, si son entornos muy inciertos, pues hay muchos posibles resultados de probabilidad difusa y el juego parece cambiar de jugadores y reglas a diario.
Por supuesto que el entorno empresarial venezolano es incierto, pero eso no es de ahora, ni un fenómeno exclusivo nuestro. La incertidumbre es algo inherente a vivir en este mundo. No puedo saber con absoluta certeza lo que me va a pasar hoy o mañana. No puedo saber con absoluta certeza cuanto voy a vender este mes o este año o el año próximo. No puedo saber con absoluta certeza si el gobierno va a eliminar el IGTF o va a crear un nuevo tributo el mes próximo. Eso forma parte del paisaje y es algo que debería estar normalizado en la mentalidad empresarial.
Pero el argumento final para enterrar el relato de la “alta incertidumbre”, como chivo expiatorio de nuestra parálisis empresarial, es que, si lo piensas fríamente, solo existen dos (2) únicos posibles resultados para el escenario político actual: o permanece el “statu quo” o se produce una transición (negociada o no) a otro régimen político. Una situación incierta, si, pero de baja incertidumbre.
Menor resulta la incertidumbre, si usted asigna probabilidades subjetivas de ocurrencia a ambos eventos. Si me pregunta a mí, yo la asignaría hoy 70% a un evento y 30% al otro. Siendo así, ¿cuál es la “elevada incertidumbre”? Mas incertidumbre hay en lanzar una moneda y acertar que saldra.
Sin embargo, sin mediar razones, la realidad es que la parálisis existe y tiene consecuencias. Peligrosamente, algunos influencers económicos locales y economistas muy mediáticamente expuestos, están avalando o justificando el congelamiento y la procrastinación como respuesta estratégica racional y adecuada al entorno. Y es en este particular donde existe el mayor peligro para la economía como un todo, pues corremos el riesgo de caer en el indeseable problema de las “profecías autocumplidas”.
Profecías Autocumplidas: El Peligro de la Parálisis
Se denomina "profecía autocumplida" a una predicción o expectativa que, al ser creída y actuada, termina por hacerse realidad, más debido a la creencia en la misma que a su veracidad intrínseca. En otras palabras, la profecía se cumple o se hace realidad porque se espera que ocurra, lo que lleva a acciones que la hacen suceder. Este fenómeno se observa en diversos ámbitos, como la psicología, la sociología, la economía y la política, entre otros.
Existen numerosos estudios actuales sobre profecías autocumplidas en diversas disciplinas, incluyendo la psicología, la sociología, la economía y la política. Estos estudios continúan explorando cómo las expectativas y creencias influyen en el comportamiento humano y cómo estas expectativas pueden dar lugar a resultados que coinciden con esas creencias.
Un ejemplo común de profecía autocumplida podría ser el efecto placebo en la medicina. Si alguien recibe un tratamiento que cree que lo ayudará a sentirse mejor, su expectativa positiva puede llevar a una mejora real en sus síntomas, incluso si el tratamiento en sí mismo no tiene propiedades medicinales. En este caso, la creencia en la efectividad del tratamiento conduce a una mejoría, lo que cumple la "profecía" de que el tratamiento funcionará, a pesar de que su eficacia real pueda ser cuestionable. En este caso, los efectos de la profecía autocumplida son inocuos o hasta benéficos.
Un ejemplo de profecía autocumplida con efectos negativos podría ser el caso de un estudiante que tiene la creencia de que no es bueno en matemáticas. Esta creencia puede llevarlo a evitar la materia, a no esforzarse en clase y a no buscar ayuda cuando la necesita. Como resultado, su rendimiento en matemáticas puede ser bajo, lo que confirma su creencia inicial de que no es bueno en la materia. Este ciclo de creencias negativas y resultados negativos puede tener un impacto duradero en su educación y desarrollo.
El impacto de las expectativas negativas y las profecías autocumplidas en el ciclo económico
Como economista con un profundo interés en la psicología, reconozco la poderosa influencia de las expectativas en la toma de decisiones económicas. Las profecías autocumplidas, donde las creencias sobre el futuro conducen a acciones que confirman esas creencias, pueden ser especialmente dañinas para una economía. Algunos indicios de eso ya se están viendo: un conocido consultor ha reportado que, según sus mediciones, las ventas comerciales cayeron en agosto en 20%. Yo me enterado de empresas que están haciendo planes para reducir su nómina,
Imaginemos un escenario donde la falsa creencia en una “elevada incertidumbre política” genera una ola de pesimismo entre las empresas, llevando a una parálisis en sus decisiones de inversión, expansión y contratación. Este es un ejemplo de cómo las profecías autocumplidas pueden generar un círculo vicioso que ahoga la actividad económica.
El modelo del flujo circular del ingreso nos ilustra la interrelación entre los agentes económicos y los mercados. En un contexto ideal, las empresas invierten, producen bienes y servicios, generan ingresos para los trabajadores y consumidores, y estos a su vez demandan los productos y servicios, impulsando un ciclo virtuoso de crecimiento. Sin embargo, la incertidumbre política puede romper este ciclo.
Profecías autocumplidas: el peligro del pesimismo
Si las empresas, abrumadas por una creencia en una incertidumbre inmanejable, deciden posponer sus inversiones, se produce una disminución en la producción de bienes y servicios. Esto, a su vez, afecta la demanda, generando una reducción en las ventas, lo que lleva a un descenso en los ingresos de las empresas y los salarios de los trabajadores. La disminución en el consumo, consecuencia de la reducción en los ingresos y la incertidumbre sobre el futuro, agrava aún más la situación.
Este escenario de parálisis económica se alimenta de las profecías autocumplidas. La supuesta elevada incertidumbre política genera expectativas negativas, lo que lleva a las empresas a posponer sus inversiones, lo cual a su vez reduce la producción, las ventas y los ingresos, confirmando las expectativas negativas iniciales. Este círculo vicioso se perpetúa, impidiendo la recuperación económica y generando un clima de pesimismo generalizado.
El impacto de las expectativas negativas infundadas, se extiende más allá de la reducción de la producción, las ventas y el consumo. El crecimiento económico se ve severamente afectado, ya que la inversión, motor del crecimiento a largo plazo, se ve paralizada. La falta de inversión en capital humano, tecnología e infraestructura limita la capacidad de la economía para generar nuevos empleos y aumentar la productividad.
Rompiendo el círculo vicioso
Es fundamental destacar que la incertidumbre política no siempre se traduce en una crisis económica. Las expectativas negativas infundadas, basadas en la incertidumbre, pueden ser mucho más perjudiciales que la propia incertidumbre en sí. La clave para evitar la parálisis económica reside en la capacidad de los agentes económicos para mantener la confianza y la visión a largo plazo, a pesar de la incertidumbre.
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