El "Nuevo" Régimen Cambiario Venezolano: un experimento mas de brujeria económica.
Sea un tipo de cambio fijo ajustable, un anclaje para defender una paridad fija a rajatabla o un falso "crawling peg", nada parece funcionar.
Venezuela ha vivido una montaña rusa cambiaria en los últimos años. Analicemos la situación actual y qué tan probable es que el actual régimen tenga éxito, entendiendo por éxito su sostenibilidad a largo plazo y su capacidad para estabilizar la inflación. Prepárense, porque el panorama es complejo.
1. La Caída del Anclaje: Un Costo Demasiado Alto
Entre noviembre de 2023 y septiembre de 2024, el gobierno intentó controlar la inflación con un anclaje absoluto del bolívar al dólar, manteniendo una paridad cercana a los 36 bolívares por dólar, con variaciones mínimas diarias. Sin embargo, esta estrategia resultó extremadamente costosa. Se estima que se "quemaron" de 4.500 a 5.000 millones de dólares, provenientes principalmente del flujo de caja externo de PDVSA, recursos que de otra manera habrían fortalecido las reservas internacionales.
Esta pérdida representa un enorme costo de oportunidad para un Banco Central de Venezuela (BCV) que ya opera con reservas líquidas marginales y totales muy por debajo de los niveles óptimos. Es una decisión que ningún banco central del mundo con un mínimo de racionalidad económica habría tomado.
Pero el costo no se limita a lo financiero. El costo de oportunidad social es devastador. En un país con necesidades básicas insatisfechas, con precariedad en servicios públicos como electricidad, agua, salud y educación, esos 4.500 millones de dólares podrían haber transformado la vida de millones.
Considerando que se estiman 5.000 millones de dólares para solucionar la crisis hídrica nacional, la magnitud de la mala gestión salta a la vista. Podríamos hablar de la cantidad de hospitales y escuelas que podrían haberse reparado y equipado con ese dinero. En resumen, un gasto monumental sin sentido, ya que el objetivo de estabilizar la inflación en un solo dígito no se logró, y la inflación, en cambio, se aceleró con el colapso del anclaje.
El anclaje artificial también provocó una significativa sobrevaluación real del bolívar, estimada por algunos analistas en hasta un 70% a septiembre de 2024. Con una tasa de cambio fija pero una inflación persistente (alrededor del 2%-4% intermensual), la sobrevaluación empeoró, golpeando severamente la ya de por sí deteriorada competitividad de la industria manufacturera venezolana.
Si bien otros factores a lo interno de las firmas influyen en la competitividad, una sobrevaluación tan extrema es un obstáculo prácticamente insuperable. Además, el dólar artificialmente barato incentivó la demanda especulativa de divisas, y la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo terminó en un arbitraje entre monedas y tasas, descontrolado.
2. Los Animadores del Fracaso: Un Coro de Optimismo Ciego
A pesar de las advertencias de algunos expertos (aunque pocos, hay que admitirlo) sobre los peligros, insostenibilidad y efectos secundarios perniciosos del anclaje, buena parte de la prensa económica y muchos analistas lo alabaron públicamente por la aparente “estabilidad” que parecía estar propiciando. Poquísimas voces alertaron sobre su insostenibilidad y fallas de diseño, por lo que el consenso era un optimismo ciego basado en la fantasia paroxística de que habría recursos ilimitados para alimentar la creciente voracidad especulativa del mercado cambiario, cada vez mas sediento por el bien más barato que se podía conseguir en Venezuela: el dólar.
3. El Fin del Anclaje y el Misterio Cambiario
A partir de octubre de 2024, el BCV abandonó el anclaje, recurriendo a devaluaciones discrecionales y tardías con respecto a la dinámica del mercado paralelo. En noviembre y diciembre, el ritmo de devaluación fue mas dinámico, pero el atraso cambiario con respecto al paralelo persistía. Muchos interpretaron esto como un cambio a un régimen de mini-devaluaciones o "crawling peg", pero esta interpretación es muy cuestionable.
La principal duda sobre la naturaleza del regimen cambiario vigente, es la falta de comunicación oficial del BCV. Busquen en la página web del BCV, y no encontrarán ningún documento que describa explícitamente ni de alguna otra forma el régimen cambiario vigente, su horizonte temporal, objetivos o instrumentos. Para un venezolano promedio, o para muchos economistas desinformadas que han normalizado la informalidad en la política económica, esto podría parecer irrelevante. Sin embargo, es fundamental.
Los bancos centrales del mundo han evolucionado del secretismo hacia una mayor transparencia en los últimos 25 años, no solo por la demanda social, sino porque la transparencia mejora la efectividad de las políticas monetarias. La claridad fortalece la credibilidad, ayuda a alinear las expectativas de inflación y facilita una mejor transmisión de las políticas. En un contexto complejo como el venezolano, la falta de información conduce a decisiones subóptimas y exacerba la incertidumbre.
La mayoría de los bancos centrales emiten comunicados de prensa y, en muchos casos, ofrecen conferencias para explicar sus decisiones. Acá eso no existe y se ha normalizado, a pesar de sus perniciosos efectos. Puede ver un excelente ejemplo de estas prácticas de comunicación transparente y eficiente de un banco central latinoamericano acá.
La otra gran duda sobre la exacta clasificación del regimen cambiario vigente, se centra en la discrepancia entre el concepto formal de "crawling peg" y lo que hace el BCV desde octubre de 2024. El concepto formal de crawling peg así como del resto de los posibles esquemas cambiarios lo puede encontrara en el correspondiente portal del FMI.
Las devaluaciones de octubre, noviembre y diciembre de 2024 (15,7%, 11,5% y 9,3% respectivamente) no muestran una regularidad ni una regla explícita o implícita de ajuste, como en un auténtico "crawling peg", donde los ajustes están predefinidos o se realizan dentro de límites establecidos previamente anunciados al público.
Para que sea un verdadero "crawling peg", los ajustes no pueden ser arbitrarios y secretos sino transparentes y preestablecidos. El diseño corresponde al banco central, quien se encarga de establecer una tasa de cambio inicial y luego determinan la tasa o la regla de ajuste periódico. Este ajuste puede ocurrir diaria, mensual o en cualquier otro intervalo claramente predefinido.
Un ejemplo de un auténtico crawling peg o arreglo de mini devaluaciones es el actual régimen cambiario argentino, donde el banco central (BCRA) anunció públicamente en diciembre de 2024 un ajuste mensual del tipo de cambio oficial con devaluaciones del 2%. Esta transparencia es clave para el éxito de la política.
Es tal el nivel de transparencia, que recientemente el BCRA anunció que reducirá en febrero de 2025 al 1% mensual el ritmo de ajuste mensual del dólar oficial, en vista de que la inflación de diciembre de 2024 se redujo a 2,7%. No solo se sabe previamente la magnitud del ajuste, sino que queda absolutamente claro que esta tasa de devaluación se ajustará a futuro en función de la inflación pasada. En dos palabras, lo que tenemos en Venezuela no es un "crawling peg" auténtico, sino una imitación o falsificación con pocas probabilidades de éxito.
La última vez que Venezuela implementó un sistema de mini-devaluaciones formal y transparente, fue entre octubre de 1992 y junio de 1994. Ese régimen fracasó por las mismas razones que el actual lo hará: un atraso cambiario significativo, una brecha persistente entre el mercado paralelo y el oficial y el agotamiento de las divisas necesarias para su funcionamiento. Una economía con estas características no necesita un deslizamiento suave, sino una corrección contundente que corrija de una vez el desequilibrio. Las intervenciones del BCV no han disminuido significativamente, indicando que el sistema no está funcionando como debería.
De todas formas, el crawling peg no es precisamente un arreglo cambiario muy popular o de moda en el mundo contemporáneo de la banca central global. Según el ultimo informe del FMI de julio de 2023 sobre arreglos cambiarios vigentes en sus países miembros, sólo 3 países de un total de 190 en ese momento, tenían un arreglo cambiario formalizado estrictamente con un crawling peg: Botsuana, Honduras y Nicaragua. A esto habría que agregar un cuarto país, Argentina, a partir de diciembre de 2024. Es decir, solo el 2% de los arreglos cambiarios vigentes en todo el mundo, se corresponden con un crawling peg. Las razones para su falta de atractivo contemporáneo son multiples, pero su explicación escapa al modesto alcance de estas líneas.
4. Conclusión: Un Panorama Incierto
Las probabilidades de éxito del actual y misterioso régimen cambiario son muy bajas. La falta de transparencia, la discrecionalidad y el secretismo del BCV minan su credibilidad y exacerban la incertidumbre, afectando la estabilidad económica y el control de la inflación. La experiencia histórica, la falta de comunicación y las características del régimen cambiario actual sugieren un panorama complejo y con pocas probabilidades de lograr sostenibilidad y estabilizar la inflación.
El 2025 se presenta con retos económicos importantes, con proyecciones de inflación superior al 100% y un crecimiento del PIB muy limitado por una probable recesión, si se eliminan las licencias petroleras. En los últimos 6 años el regimen cambiario no es mas que es un juego de azar con la economía o prácticas aleatorias de brujería económica, que tienen consecuencias reales adversas para los hogares y las empresas. El establecimiento de un regimen administrado de divisas (control de cambios) que sustituya al misterioso e inclasificable arreglo actual, es de elevada probabilidad de ocurrencia en 2025.